La actitud con la que uno se enfrenta a
un reto es básica, de ello depende el éxito o el fracaso en algunos
casos. Cuando Sebastián Peter se enfrentó, o mejor dicho, asumió
el reto de esculpir por primera vez una de sus piezas delante de
alguien que no era de su círculo más íntimo lo hizo con apertura
de mente y de espíritu, tratando de compartir ese espacio íntimo
de la creación que le hace tan especial y que tan bien refleja en
sus microesculturas.
Como él mismo comentaba: “Antes de
llegar al atelier, incluso algunas noches, ya estoy pensando en lo
que tengo que hacer al día siguiente, trato de visualizar, de ir
dándole forma a la pieza que voy a esculpir”. En este caso
Sebastián no sabía qué pieza era la que yo le pediría, con lo que
el reto fue el doble.
Y siguió contando cuál era su
rutina, “siempre que llego al atelier tengo mi disciplina, pongo la
radio, Babel, enciendo una varita de incienso y me pongo a trabajar
en una mesa ordenada y organizada. No puedo crear desde el caos”, y así
sigue hablando: "El vaciado es lo más difícil, elegir la tiza que encaje
con la
figura que tengo en mente...a veces ocurre que ese día no está, lo
intento una y otra vez y no sale nada... he aprendido que en esos
días es mejor dejarlo todo y mirar hacia otro lado”.
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